Entrevista a Lirio Diez Maiza
El euskera y la confianza
Y mi difunto padre… Abrieron una escuela en la plaza Gorriti, de euskara. Y ahí fue a estudiar, pues tendría cuarenta años, o treinta y ocho, o treinta y seis. Y comenta el caso: “Les voy a explicar a ustedes lo que a mi me pasaba vendiendo máquinas de coser. Yo iba a vender una máquina porque me había llamado el cura del pueblo que se casaba una chica del pueblo. El País Vasco, las puertas son dos, una se abre así y se queda la de abajo. Me abrían siempre aquí, porque no era euskaldun de hablar porque era bilbaino, y me abrían la de ahí. Una vez me compraban por avería la máquina y otras no. Pero, ¡ay madre mía! Entonces, hice un estudio para poder vender más máquinas, y me marché a una escuela para aprender euskara”. Y era un fenómeno mi padre estudiando, había que dejarlo aparte. “Y ya cuando empecé a eso, iba al caserío, me abrían las dos puertas, me compraban la máquina y me invitaban al “hamaiketako”. Claro, y es que era la verdad, así era. Aquí no ser…, no hablar el idioma entonces era, ya te digo aquello, bueno, bueno…, joe, no hablar el idioma. Y tenía entonces, lo que te digo, las chicas el arreo ¿no? Hoy en día pues se compran sábanas pero allá no. Lo primero, la máquina de coser.