Entrevista a Purificación Sánchez |
De niña a mujer
desprotección y pobreza en el servicio doméstico
No pagaba nada. Y yo no me gastaba ni un duro. Y otra de las cosas: tampoco compraba mucha ropa porque también las hijas de la casa me daban ropa. La ropa que ellas, vamos a decir, desechaban, que era ropa buena, como me quedaba grande normalmente Marian, la chica de la costura me ayudaba a arreglarla y entonces yo me arreglaba con la ropa casi que me daban. Porque como salía poco tampoco necesitaba mucho. Y, y calzao (sic) pues lo mismo. Entonces gastaba lo mínimo, mínimo, mínimo, mínimo para ahorrar pues porque yo era consciente de que estaba sola y si me casaba el dinero era, lo tenía que poner yo y si esto…Es que era yo sola. Yo no podía contar con nadie. Entonces, yo sí tenía una conciencia de ahorro tremenda. Tremenda. Pero no queda más remedio, no quedaba más remedio. No sé, te hacen…A ver, yo creo que maduré muy pronto por las circunstancias.
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