Entrevista a Concepción Errekakoetxe |
Sin Vergüenzas
pero criada y decente
A mí no me daba ningún corte el ir con el uniforme de servir, no. No porque es una, ¡eso no es ninguna vergüenza!, ninguna. Hombre y estando en Algorta, y también estando en Jávea, fotos y todo tengo con uniforme, no estaba yo poco orgullosa (ríen), y menuda, menuda, en Estraunza menudas batas tenía, menudas batas tenía, y también aquí en eso, aquí tenía la clásica la de cuadritos azules y blanco y rosas y blancas, la bata y el delantal, pero, en Estraunza tenía una azul marino de rayas blancas, ¡menudo uniforme más bonito que tenía!, y pa (sic) servir la mesa, pues el mismo uniforme pero con delantal blanco, pa (sic) servir. Pero yo no, yo bajaba a la calle a la tienda o a la panadería, o salía a la Gran Vía a la farmacia, yo salía con el uniforme, igual la señora mismo me decía “Concha (él me llamaba Concha, ella Conchi) cámbiate (porque ella me trataba de tú, él no, de usted)”, “¡Ah, no! Si yo voy bien así señorita”, me cogía el ascensor y me iba a la farmacia o la tintorería a llevar un vestido de ella o lo que sea, yo no me andaba cambiando el uniforme, no, no tenía ningún complejo, si era una criada, ¡pero con honra!
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