Entrevista a Conchi Ibarzabal |
Subidas en el rastro
- “Era totalmente el estar en el caserío y ayudar. Por ejemplo, la mayor, pues sí, hasta cierta edad, catorce o dieciséis que estabas… los estudios, y había que… yo qué sé, que darle esto a las vacas, pues se lo dabas, o hacer lo otro… Lo que pasa que luego ya, a medida que, la más pequeña fui yo, que me hacía yo cargo, pues ellas un poco más, se fueron eso… lo demás era entre todas. Y había que ir al rastro que se llamaba, que era una cosa con unos dientes, y había que hacer peso arriba, íbamos todas subidas en el rastro”
- ¿Para arar la tierra, para labrar? - “Sí, sí. El padre por delante con los bueyes y nosotras íbamos todas subidas. Era como una madera y tenía como unos dientes de hierro, entonces, a los terrones que estaban todos que se habían maquinao pues con peso se aplanaban todo. Y a todas nos hacía una ilusión terrible… Le ayudábamos al padre, pero al tiempo íbamos subidas en el rastro…” - Ahí se iba rastrillando la tierra… - “Claro. Sí. Y luego pues hasta mayorcillas todas hemos echao una mano en casa” |